El masaje puede convertirse en un medio de relación afectiva que proporciona un clima de armonía física y emocional que se transfiere más allá del entorno familiar.

Los niños responden especialmente bien a los masajes, porque a diferencia de los adultos, no les altera que les toquen, algo que sucede como consecuencia del sesgo cultural occidental. Aún no han aprendido a sentirse incómodos con el contacto físico y, si los padres observan algún tipo de resistencia, siempre pueden comenzar con el masaje de pies y manos, hasta que el pequeño desee ampliarlo a otras zonas del cuerpo como piernas, brazos, espalda y rostro.

¿Cómo beneficia el masaje al niño? 

La sesión de masaje debe ser placentera para el niño, pero también para el adulto. Si éste se siente presionado, aunque domine la técnica, el masaje fracasará. Sin embargo, será todo un éxito si el adulto acaricia al niño comunicando afectividad, aunque la técnica aplicada diste de ser correcta.

Por último, es importante tener en cuenta que siempre se debe escuchar la comunicación corporal del niño. Nunca hay que seguir adelante si el masaje no es deseado por el pequeño. Este respeto demuestra al niño que sólo recibe las caricias si lo permite y lo desea. De este modo, aprende a respetarse a sí mismo, a respetar su cuerpo y el de los demás.

Autor: Asociación Mundial de Educadores Infantiles

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