El masaje puede convertirse en un medio de relación afectiva que proporciona un clima de armonía física y emocional que se transfiere más allá del entorno familiar.
Los niños responden especialmente bien a los masajes, porque a diferencia de los adultos, no les altera que les toquen, algo que sucede como consecuencia del sesgo cultural occidental. Aún no han aprendido a sentirse incómodos con el contacto físico y, si los padres observan algún tipo de resistencia, siempre pueden comenzar con el masaje de pies y manos, hasta que el pequeño desee ampliarlo a otras zonas del cuerpo como piernas, brazos, espalda y rostro.
¿Cómo beneficia el masaje al niño?
- Favorece todos los aspectos del desarrollo psicomotor: el esquema corporal, la organización espacial y temporal y la expresividad personal, de vivencias y sentimientos, y la capacidad imaginativa.
- Ayuda al niño a desarrollar su propia identidad y autoestima.
- Las experiencias corporales son la base para el desarrollo de una personalidad estable. Los estímulos sensoriales que percibe el cerebro en desarrollo son asimilados con facilidad y los procesa de forma tranquila.
- Gracias al masaje aumenta la capacidad para recibir estímulos y también el umbral de percepción de los mismos.
- Los estímulos táctiles y motrices equilibran el exceso e incluso la sobreestimulación visual y auditiva del contexto social actual.
- Ayuda al niño a liberar la tensión y la ansiedad, facilita la relajación y le permite enfrentar con confianza el estrés de las nuevas situaciones de aprendizaje.
- El niño se adapta con más facilidad al entorno y se muestra más atento y curioso que la media de su edad.
- Tiene más capacidad de resistencia al estrés y a la frustración.
- Muestra mayor confianza en sí mismo y en las relaciones con su entorno porque se siente querido y aceptado. Está más contento y risueño.
- Mejora la regularización del sueño, durmiendo más profundamente y durante más tiempo.
- El masaje puede calmar al niño cuando está incómodo o molesto.
- Estimula el sistema circulatorio, beneficia el ritmo cardíaco, la respiración y la digestión.
- Estimula el sistema linfático (defensa inmunológica), aumentando la resistencia a las enfermedades.
- Mejora los cólicos abdominales, los procesos de estreñimiento y la gastroenteritis.
- Estimula el sistema nervioso, proporcionando un estado de alivio, bienestar y placer.
- Facilita la creación de nuevas conexiones neuronales.
- Mejora el proceso respiratorio y alivia la congestión nasal.
La sesión de masaje debe ser placentera para el niño, pero también para el adulto. Si éste se siente presionado, aunque domine la técnica, el masaje fracasará. Sin embargo, será todo un éxito si el adulto acaricia al niño comunicando afectividad, aunque la técnica aplicada diste de ser correcta.
Por último, es importante tener en cuenta que siempre se debe escuchar la comunicación corporal del niño. Nunca hay que seguir adelante si el masaje no es deseado por el pequeño. Este respeto demuestra al niño que sólo recibe las caricias si lo permite y lo desea. De este modo, aprende a respetarse a sí mismo, a respetar su cuerpo y el de los demás.
Autor: Asociación Mundial de Educadores Infantiles