Desde el mismo momento de la concepción, el niño cuenta con una carga genética que hereda de los progenitores y determina como serán las características psico-orgánicas, y también transmite algunas peculiaridades que forman la estructura de su futura personalidad.
Estos factores genéticos o heredados hacen que cada niño reaccione de forma distinta en su contacto con el ambiente que le rodea, es decir, que disponga de su propio temperamento.La personalidad futura es el resultado del temperamento y las acciones educativas que reciba de los adultos (padre, madre, hermanos, abuelos, maestros, etc.) y de las relaciones que establezca.
El niño irá creando una conducta en función de las reacciones que los adultos tengan ante sus comportamientos y de las diferentes experiencias que vaya acumulando. Progresivamente, recibirá un aprendizaje del comportamiento preestablecido por la cultura del grupo social en que vive.
El desarrollo de su conducta será diferente al del resto de los niños de su mismo grupo social porque las diferencias biológicas le harán reaccionar de modo distinto ante el aprendizaje social y sus características individuales (salud, enfermedades, número de hermanos, lugar que ocupa entre ellos, separaciones temporales de la familia, escolarización temprana o tardía, etc.) interactuarán con su temperamento.
Comportamientos positivos
El niño desarrolla el aprendizaje de la conducta repitiendo los comportamientos que reciben la atención o la aprobación de los adultos, y descartando aquellos en los que fracasa la atención y la aprobación. Aquí radica la importancia que adquiere la actuación por parte de los padres, reforzando los comportamientos positivos y mostrando desaprobación, en muchos casos indiferencia, ante los negativos.
Si el niño recibe mayor número de aprobaciones, desarrollará realizaciones con seguridad y confianza aunque presenten cierto grado de dificultad porque su autoestima se verá reforzada. Sin embargo, si su comportamiento produce desaprobaciones continuadas, el niño será incapaz de consolidar una mínima autovaloración y autoconfianza.
Otros comportamientos que el niño adopta son aprendidos por imitación, observando a los demás y las consecuencias de sus comportamientos. Si los padres desean que el niño desarrolle una conducta adecuada, es necesario que le proporcionen modelos de comportamiento positivo a su alrededor.
Responsabilidades de los padres
Una de las responsabilidades principales de los padres es aceptar al niño tal y como es, ofreciendo una atmósfera social y una forma de relación que sean favorables para el completo desarrollo de su personalidad.
Procurando un contacto feliz con un universo físico, psíquico, emocional y social más rico, se favorece la eclosión de personalidades abiertas, emprendedoras, atrevidas, que se sientan en plena armonía con el mundo que les rodea.
Autor: Asociación Mundial de Educadores Infantiles