Con el fin de enseñar a los padres a abordar correctamente las conductas disruptivas en la infancia, la Escuela Infantil ‘Los Mondragones’ (Granada) organizó una sesión formativa en la que los progenitores abordaron las causas de estos comportamientos y cómo afrontarlos.

“La agresividad es una pulsión vital, es la energía que todos llevamos dentro y necesitamos para sentirnos vivos”.  Ha sido la idea con la que ha comenzado la sesión en la que José David Aguilar Hita, psicólogo y diplomado en Magisterio, pretendía acercar a los padres, desde el mundo de la psicología y la psicopedagogía, a las conductas disruptivas infantiles, con el fin de saber cómo actuar ante ellas.

Cuando esa agresividad y energía se vuelca al exterior de forma inadecuada en forma de impulsos agresivos descontrolados, es cuando podemos hablar de una conducta problema. Pero, ¿qué puede contribuir a que estos impulsos agresivos aparezcan de forma descontrolada? Padres y madres fueron dando ideas y no iban mal encaminados. Entre los principales factores, sin duda, se encuentra el estilo educativo. “Hay padres que emplean conductas agresivas para educar a sus hijos, se les está enseñando para que ellos también las utilicen”. Pero también los padres y madres que son excesivamente permisivos están contribuyendo a crear en los niños y niñas cierto desconcierto que repercutirá negativamente en su desarrollo y puede potenciar la aparición de conductas agresivas.

Asimismo, si la agresividad es algo habitual en el entorno del menor, habrá más posibilidades de que el niño o niña la utilice como método aprendido, por ejemplo, si existe esta agresividad en programas de televisión o si sus padres y madres se descalifican y utilizan la violencia entre ellos para resolver sus problemas. “De esta forma, los niños están aprendiendo que los conflictos y discrepancias entre las personas se resuelven acudiendo a la violencia”, resaltaba José David.

No obstante, las causas que pueden estar detrás de las conductas disruptivas a estas edades pueden ser otras. ¿Qué factor puede desencadenar que nuestros pequeños y pequeñas se peguen o muerdan? José David explica que puede deberse a un exceso de emoción, alegría o cariño; por problemas con la dentición, y todo ello, facilitado por la ausencia del lenguaje oral.

¿Qué hacer ante estos comportamientos?  

Es constructivo regañar, pero haciéndolo de forma útil. “Hay que regañar con un cierto criterio, si lo hacemos constantemente, de una manera inapropiada o en momentos improcedentes, la regañina puede tener el efecto contrario al que deseamos”, se aclaraba. En primer lugar, hay que tener claro cuál es la conducta inapropiada y regañar cuando se produzca. “No podemos dejarnos llevar por nuestras manías y por lo que personalmente no nos gusta”, comentaba José David.

Y en segundo lugar, ¿cómo hacerlo? 

– Buscar el momento oportuno, cuando el menor se encuentre receptivo y los padres y madres estén más tranquilos.

– Concretar el motivo. No riñamos a nuestro hijo diciéndole que es malo o desordenado, hay que ser más específico y decir lo que queremos de él.

– Hacerlo siempre con respeto.

Por último, José David dio la pauta a los padres y madres de que regañar debe ir acompañado de un castigo eficaz, siendo un ejemplo de este, el “tiempo fuera”, pero siempre que este:

Para finalizar, padres y madres fueron exponiendo casos concretos y fueron asesorados por el profesional y otros progenitores.  Al finalizar la sesión, todos coincidieron en que el encuentro les había servido para identificar las habilidades que como padres y madres poseen y cómo pueden aplicarlas de forma eficaz para seguir ejerciendo esta labor tan apasionante, la tarea de ser padres y madres.

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